9 Claves para ser una mejor mamá

 

Ser una madre en la actualidad es un reto que muchas veces se ve obstaculizado por una cultura que se ha desarrollado a pasos agigantados en diferentes áreas, poniendo en juego la comunicación y estabilidad familiar.

 

Es por esto, que encontrarán nueve claves importantes que toda madre deberá tener presente para poder cumplir su función a cabalidad, tomando en cuenta que en esta labor se puedan equivocar, pero lo más importante será el reconocer este error y remediarlo.  

 


 

Aceptar la maternidad incondicionalmente: Cada vez son más las mujeres que defienden su propia realización  personal, dejando en otros planos el de ser madres. Y aquellas que llegan a serlo, se incomodan ante la pérdida de libertades y espacios que conlleva educar a un hijo.

 

Una madre debe aceptar su condición, reconociendo la importancia y responsabilidad de engendrar un hijo en su vientre y  del cuidado después de su nacimiento. Solo así, daremos inicio a una entrega total frente a sus necesidades, dejando de lado emociones intensas por aquello que no puede ser realizado por  pensar que los hijos son un obstáculo.

 

Establecer prioridades: Las expectativas del ser humano se pueden ver confundidas, o desubicadas fácilmente, por lo tanto, es recomendable que se piense y se trabaje en lo que  se considera es más importante.

 

Armar una escalera y ubicar las prioridades de mayor a menor importancia, ayudará a poder escoger entre lo que puede esperar y lo que requiere de nuestra atención inmediata.

 

Organizarse y aprender a delegar: Dentro de la agenda apretada que los chicos  y las familias en sí llevan actualmente, entre actividades académicas, extra curriculares y eventos sociales, una recomendación base es la de llevar una agenda que nos permita organizar el día a día con nuestros hijos. Así no olvidaremos eventos o citas importantes.

 

La palabra delegar deberá ser entendida con mucho cuidado, la idea no es la de traspasar la responsabilidad que tenemos como madres hacia padres, familiares, empleadas domésticas o centros de cuidado infantil, pero sí poder buscar ayuda de acuerdo a nuestras necesidades.

 

Controlar las emociones: Una emoción surge de la interpretación que hace el ser humano frente a un evento en particular. El sentir una emoción es natural, sin embargo se piensa que una emoción  ya no es saludable cuando es intensa y por tanto genera consecuencias negativas.

 

Por ejemplo una madre que se enoja intensamente porque su hijo no tiene buenos modales en la mesa, reaccionará gritándole amenazas y palabras ofensivas que solo lograrán que su hijo se sienta desmotivado a hacerlo bien la próxima vez. Por lo tanto, esta emoción negativa genera consecuencias que se alejan del objetivo disciplinario.

Para llegar a un control emocional las personas debemos detectar los pensamientos que originan dicho malestar. Tomando el ejemplo de arriba, el pensamiento de esta madre puede ser: “Es horrible tener que sentarme a la mesa y ver estas conductas, mi hijo debe hacer las cosas siempre bien”.  El poder trabajar en esta irracionalidad ayudará a que esta madre logre disminuir la intensidad de su emoción y por ende ser más asertiva al momento de disciplinar a sus hijos. Podría preguntarse a sí misma: ¿El que mi hijo no coma bien es lo peor me puede suceder? ¿Qué tan real es que los niños siempre hacen todo lo que sus padres piden? ¿Estoy siendo realista en lo que estoy demandando?

 

Antes de llegar a identificar los pensamientos que originan nuestras emociones, es recomendable que las madres puedan tomarse un tiempo para calmarse antes de intervenir con sus hijos.

 

Como madre se debe tener presente que las emociones afectan a los hijos desde el vientre materno hasta su vida adulta, por tanto,  lo ideal es aprender a controlarlas para así poder convertirse en un modelo de regulación emocional. No esperes que tu hijo pueda controlarse si tu aún no lo logras.

 

Reconocer el estilo disciplinario: Esto  ayudará a poder comprender las formas de respuesta ante las conductas de los hijos, y empezar a comprender qué hay detrás del comportamiento de cada uno.

 

Existen tres tipos de estilos disciplinarios:

  • El permisivo, engloba a aquella figura disciplinaria que se le dificulta ubicar límites claros y educa en libertad absoluta. Estos padres pueden pensar que sus hijos no deben pasar por malos ratos o frustraciones. La comunicación con estos hijos es buena y a veces excesiva. Podrían ser niños que se les dificulte  desarrollar sentido de responsabilidad,  habilidades de autocontrol, y con pobre sentido moral, dificultando así sus habilidades sociales en lo posterior.
  • El autoritario, es aquel que no enseña a través de razones si no por la ley, dejando sin recursos de afrontamiento a los hijos, no da opciones, ni tampoco ofrece un ambiente de libertad. Es aquel que piensa: “Lo harás porque te digo que lo hagas”. La comunicación en estas familias suele estar anulada por el poder instaurado por padres con este estilo. Los chicos educados bajo este estilo podrían mostrar diferentes respuestas conductuales que pueden ir desde la obediencia por temor, dependencia, baja autoestima,  hasta conductas de desafío y rebeldía que desembocan problemas graves posteriores.
  • Finalmente, el democrático, es aquel que brinda opciones, puede comunicarse emocionalmente con los hijos, comprende los errores como oportunidades de aprendizaje, y como principio básico, logra educar bajo la firmeza con dignidad y respeto. Este estilo favorece a generar en los niños: habilidades de autocontrol y auto aceptación. Niños independientes, persistentes y con un sistema moral propio.

 

 

Usar estrategias disciplinarias eficaces: Disciplinar no una tarea fácil y es común tener problemas sobre el cómo ubicar rutinas diarias, enfrentar conflictos entre hermanos, instaurar valores como: honestidad, responsabilidad, generosidad, entre otros.

Por lo tanto, toda persona que ejerza autoridad en el hogar debe conocer de estas estrategias para ofrecer ambientes positivos que favorezcan el desarrollo de dichas habilidades. Jane Nelsen creadora de la disciplina positiva agrupa dichas estrategias en las herramientas de acción, algunas de ellas son:

 

  • Establecer rutinas con los niños, esto ayudará que los chicos sepan claramente lo que ustedes esperan de ellos y ayudará a generar un ambiente de confianza y seguridad.
  • Conecta con tu hijo antes de corregir, asegurarse que los niños reciban el mensaje de amor y respeto, ayudándolo a que perciba que se los acepta incondicionalmente. Recuerden que lo que se quiere modificar es la conducta no al niño. Validen sus emociones.
  • Enseñarles sobre las consecuencias naturales y lógicas. Por ejemplo un niño que no quiere almorzar, podría generar como consecuencia natural el sentir hambre más tarde y como consecuencia lógica que tampoco podrá comer el postre al final.
  • Impliquen al niño en la solución sus problemas, formulando preguntas del tipo qué y cómo.
  • Escuchar a un niño ayudará que ellos quieran escucharlos más tarde. Practiquen la escucha reflexiva y activa.
  • Establezcan reuniones familiares en la que puedan todos conversar sobre los problemas que se están presentando. No hablen tanto ofrezcan soluciones

 

Estas son solo una pequeña muestra de las estrategias que puedan utilizarse, el saber utilizarlas ayudará sin duda a la organización y al bienestar emocional de todos los miembros de la familia.

 

Jugar con los hijos: El juego en los niños es un medio de expresión auténtico, en el cual logran canalizar sus frustraciones, molestias o incomodidades, es por esto, que como madres no pueden perder la oportunidad de divertirse con sus hijos.

 

Es a través del juego, el medio más directo para poder llegar a su sentir, pensar y actuar; así como también, podrán indagar cómo sus hijos se ven así mismos y cómo interpretan su vida y  la de las demás personas.


Fomentar las tradiciones: Como pilar fundamental del hogar pueden atribuirse la responsabilidad de establecer ciertas fechas o eventos importantes que puedan quedar instaurados como tradiciones familiares. Este detalle ayudará a fortalecer los lazos entre los participantes de la misma, así, como abrir y mejorar los canales de comunicación.

 

Dedicarse tiempo para si mismo: Finalmente y no menos importante, dedicarse un tiempo especial, no es egoísmo más bien,  ayuda a darse un espacio y poder analizar muchas situaciones de manera objetiva. El darse este pequeño tiempo ayudará a sentirse recompensada por lo que se hace y elimina el agobio cotidiano que se pueda sentir en días difíciles.

 


 

Escrito por: Ma. Daniella Medina de Massúh - Psicóloga Clínica

Publicado en: Revista Hogar


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